Latidos



Afuera las estrellas adornan
un cielo de cuyo borde cuelga una luna.
Un par de hermosos perros buscan abrigo en algún sitio,
siendo interrumpidos de vez en vez por los
pasos que recorren la calle a oscuras.

Se acumula el polvo sobre los muebles, sobre el piso;
leves capas cubren ya los recipientes vacíos;
roto el reloj de arena, que se engaña
creyendo pasar al otro lado.

Aquí un grillo ofrece un concierto espléndido;
 y más allá, el alcohol sale de los beodos
en forma de gritos intermitentes.
Noche sobre el mundo;
lejos el bullicio ya, lejos la prisa.
La temperatura desciende, se anda ya por los suelos,
llenándose del aroma a sol de un día entero.

Si todo callara tan sólo un poco más,
podrían escucharse latidos indecisos frente a un espejo,
latidos que no recuerdan ahora
cuál era el camino asignado alguna vez.


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