Que cómo estoy

Si preguntas cómo estoy, la respuesta es: estoy bien;
nada hay más cómodo para zanjar el tema y salir del paso.
Pero hoy no es un buen día.

Estoy bien, ¡tremendamente bien!
Pero hoy no es un buen día.

Bien, ¿con relación a qué?
Bien porque sigo vivo, y otros no;
bien porque tengo trabajo, y otros no;
bien, porque hay otros peor que yo
y otros peor que ellos, y así sucesivamente.
¿Cómo estás? Dime: ¿cómo me veo?
Pero hoy no es un buen día.

Bien, dependiendo de la intención de tu pregunta;
viví entre alacranes, entre arañas,
y todos me preguntaban siempre cómo estaba.
El ladrón vigila a quien planea robar.

Si tan solo fuéramos más claros, y más sinceros.
Pero hoy —ya lo he dicho— no es un buen día.
Hace un año que no he visto a mi mejor amigo,
pero estoy bien.

Mi trabajo me fastidia,
pero no por las labores, sino por las personas,
pero yo estoy bien.

Tengo un anhelo que se esfuma,
y corro para alcanzarlo pero es más veloz,
y yo estoy magníficamente.

¿Para qué me lo preguntas?
Apenas nos conocemos, ¡es más!: ni nos conocemos.
Estoy bien, pero hoy no es un buen día.
Lo era hasta hace poco. Ya no.
Cuando el alba despuntó,
abrí los ojos y la luz me saludó cortésmente,
y salí a caminar y respirar aire fresco;
todo estaba tan limpio.

Mas el afán incansable de algunos como tú,
que se empeñan en cuestionarme,
para que reflexione y dé una respuesta,
me hacen aborrecer la vida.

Hoy no es un buen día.
La fruta que lo partió.

Más bien hubieras preguntado algo concreto:
si dormí bien;
qué opino de los OVNIs;
si fui al baño por la mañana;
si ya me dieron el Nobel.

¿Por-qué-carajos-me-preguntas-cómo-estoy?
Si ya sabes que la respuesta es un «bien»,
tan auténtico como el cabello rubio de mi vecina.
Pero de nada sirve discutir.
Si quieres respuestas, te las daré:
estoy espectacularmente bien:
mi enfermedad incurable no me mata,
sólo vuelve cada cierto tiempo.
Además no he podido comprar la luna,
porque no saben quién es el dueño,
así que he planeado robarla.

Una nueva: me corté las uñas,
y hasta los dedos; porque ¡puff! ¡La vida es tremenda!

Ya casi no tengo amigos cerca,
todos han sido arrastrados por la corriente,
y yo tengo plomo en los pies.

Mi exmujer me ha olvidado,
y yo espero a que haga frío para quemar sus cartas.
Tengo muchos libros pero quiero más,
miles y miles más.

Ya no tengo gato, y es triste porque a él sí lo quise.
¡Oh! ¿Tu pregunta se refería a si todavía estoy gordo?
Pues sí, todavía.

Y sospecho que no volverás a preguntarme,
por eso te lo quiero dejar claro esta vez:

efestofoy jofodifidafamefentefe biefen.