Vórtice

Varado en estación de ausentes, 
abandono de almas por cerradas puertas, 
transcurre la calma arrastrada por el viento; 
yace allí volcado en su devenir,
velo sobre la tez agónica, 
estoico sobre el desamparo, 
contempla rumores con los ágiles dedos.

Mirarlo es asomar en caverna afilada, 
rasgar pieles de escondidos secretos, 
aterrizando la esperanza con gotas de lluvia escurridiza; 
se contrae como quien muere solemne, 
vuelca al interior la mirada, 
buscando entre sus tejidos la respuesta perdida cada noche; 
sabe que está solo,
no asoma por las ventanas, 
adivina la dama oscura paseando el exterior, 
es abismo en que se contempla para extraer de sí las pasiones, 
y gira sobre la cuerda colgante donde el sueño descansa sus temores.