Esta es una de las noches en que no me apetece escribir,
en que pudiera simplemente tirarme a la cama y jamás despertar,
soñar los campos del sur y recorrer sin prisa los valles polvorientos.
Es la vida un juego de azar donde se apuesta el corazón,
donde cada latido corre grave riesgo,
y no bastan las intenciones para dar remedio;
en el momento menos pensado, un barco llegará a la plaza,
hará sonar las bocinas y el mundo perderá el curso;
un barco como el futuro apostado en altamar,
mirando el reloj para lanzarse a guerras perdidas.
Esta es una de esas eternas noches
donde alguna esperanza se me escapa
y debo buscarla en el océano profundo o la alta montaña;
y si la encuentro, si por alguna asombrosa razón la encuentro,
esta será también una de esas noches en que me asomo a la ventana,
y contemplo la
vida respirando.