Te regalo un poema





Te regalo un poema.
No es aniversario ni tu cumpleaños,
todavía no es Navidad,
y tampoco Nochebuena o Día de reyes.

Te regalo un poema que no brilla, que no usa baterías
y que ni siquiera está envuelto;
te diría que te hará feliz, que te salvará
de los momentos dolorosos, pero no quiero engañarte:
lo más seguro es que no haga nada por ti.

Un poema en otoño, cuando caen las hojas,
cuando caen las tardes mientras
el frío se asoma a tu ventana.

Un poema, como la fotografía de una flor
que no podrás tomar en tus manos,
poesía engendrada en noches de desvelo,
tumbado en la cama, recordando cómo se escurre
el agua de las manos —agua que a veces me grita tu nombre.

Comprenderás que no vale más que el papel que lo contiene,
que no podrás alimentarte con él,
que no escuchará tus confesiones.

Te regalo un poema porque me faltan riquezas,
porque me falta acaso el valor para decirte otra cosa.
Tal vez porque tengo temor de verte
y recordar el dolor que te causo,
ver en tus ojos la tristeza o el desprecio.

Te regalo estas letras que puedes negarte a aceptar,
o que puedes tomar y echar al mar,
al salón de los deseos rotos.

Un poema que no esconde secretos,
que no contiene fórmulas mágicas,
que no fue elevado al cielo para pedir
la gracia de lo alto. Poema inmundo,
vago suspiro errante,
apenas sollozo entre la niebla.

El tiempo, la espera, el andar por la casa
buscando palabras que llenen esta caja que envío,
con tu dirección grabada.

Te regalo un poema que es rosa adornada con sinceridad,
aunque robe las palabras que tú has dicho alguna vez.

Porque nada tengo digno de darte,
porque yo mismo no sé para qué te escribo,
pero abro la puerta y busco tu silueta…
Un poema para decir que te pienso.

Te regalo un poema que no puedo regalarte,
porque jamás he sido dueño de nada;
quise entrar de tu mano a todos los lugares,
lo recuerdo ahora encerrado a oscuras.

Escribo, te escribo, te escribo un poema
dando vueltas a lo que no logro decirte;
y al final he terminado por mentir,
porque te regalo un poema que sí esconde secretos.

Entre el sueño y la vigilia hay un pasillo
al que asomo cada noche,
te veo allí pero no sé cómo entrar;
intento alcanzarte una y otra vez
pero resulta imposible;
y es por eso, que antes de perder un día más,
antes que la noche vuelva a reinar entre el mundo y mi soledad,
abro los abismos donde se ahoga mi alma,
y del fondo extraigo este poema que,

envuelto en amor, te regalo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario