Rotos


Rotos como algún recuerdo, 
gastados como algo que se usa mucho, 
tal vez una palabra o una caricia; 
de pronto hay un pedazo que falta 
en ese camino donde tantos han cruzado; 
de pronto hay algo que falta en esa rutina 
que mata poco a poco a la gente. 

Todo se rompe; 
algunas cosas lo hacen estrepitosamente, 
como el cristal impactado por una piedra, 
y vuelan en mil pedazos; 
otras cosas se rompen en silencio, 
poco a poco se van gastando y volviéndose frágiles, 
hasta que un día ya no están, 
y no hay forma de repararlo; 
se rompe el mundo y se rompe el alma; 
se rompe en llanto.

Rotos como el cielo que llora 
gruesas gotas de fría lluvia, 
y moja los autos y techos de gente rota; 
deshechos como tristes espectros 
que vagan sin rumbo por calles sin número 
en ciudades presas del miedo 
y el terror impuesto por personas, rotas también, 
rotas del alma y del cuerpo. 

Rotos también como las virtudes del ser, 
tan olvidadas y abandonadas 
como la cosa más abyecta y atroz; 
rotos además como esta sociedad humana e intelectual, 
presa de sí misma y que, 
a pesar de todo, de adjudica el orden y el respeto; 
nada vale ya, nada está completo; 
todo ha sucumbido ante la corrupción 
y ante el paso del tiempo y el viento sin cesar.


Rotos como tú y como yo, 
como la sonrisa que contemplas en el espejo, 
roto también. 
Los ojos reflejan el estado de este mundo nuestro, 
y se nublan ante la pesadumbre 
de ver que todo está hundido y perdido; 
todo está triste, y roto.

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