Cómo quisiera poder escribir hasta el cansancio,
hasta que cayera la última gota,
la que colma el vaso y la que deja completamente
vacío;
soy un intento apenas de aquello que no lograré
conocer,
en pos de lo cual muero a cada momento
y me voy cubriendo de arena, quedando más y más
atrás,
hasta que un
día ni siquiera los restos puedan encontrarse.
Habrá entonces otro que llevará en su pecho
inscrito el nombre que poseo,
y dirá que soy este, y puede que lo sea,
aunque las opciones se multiplican en todas las
direcciones;
un trozo de cristal que se atraviesa entre los
tiempos que,
si se unieran, verían romperse el cielo
envuelto en música y lluvia sin tregua;
pasado y futuro que envían postales sin fecha,
mientras arde la ciudad donde se libraron mil
batallas,
donde la paz fue siempre una ilusión lejana,
y la verdad fue un mendigo a orillas de las sucias
calles;
gota que rompe el espejo al chocar contra su sombra.
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